jueves, abril 23, 2009

Tu mano

Yo no estaba allí cuando llegó el momento.
No lo supe, ni siquiera estaba sobre aviso.
Pero, cierto, enmudeció la tarde.
Tembló la última hoja de otoño
y se deslizó en su caída más allá
de donde se llega a divisar el camino.
Quisiera haber tenido tu mano grande
y fuerte para agarrarte
y no dejarte marchar. Para atraparte,
prisionero, a mi lado, y así
me permitieras visitarte
de ciento en viento a tu casa.
Pero te fuíste y tu mano,
tu gran mano, no dijo adiós.
Saluda al acabar el díae incluso después brilla,
bañada por luz de oro.
Tesoro, corazón, que te siento
aunque no te toco.

*(De "ESCRITOS PARA VIVIR", Luis Tamargo).-

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