viernes, octubre 05, 2007

El diseño inteligente de las cosas

Tendríamos que caer forzosamente en el absurdo, si por ejemplo, al observar un inmenso y complicado edificio, sacáramos la conclusión de que ninguna mente ni ninguna mano intervinieron en la obra, sino que la casualidad reunió los materiales, los ladrillos, el cemento, el hierro, etc., en las exactas dimensiones y proporciones que los ingenieros y los arquitectos tardan días en diseñar y calcular; y que también por la misma casualidad, esos materiales se fueron colocando en sus respectivos lugares, y se formaron así las habitaciones, los baños, las escaleras, los ascensores, los cables eléctricos, la instalación de calefacción y refrigeración, los azulejos y los mil elementos decorativos que entran en la preparación de una casa.De la misma suerte, tendríamos que incurrir en un absurdo, sólo que mil veces mayor, si quisiéramos afirmar que, tanto las maravillas del macrocosmos, lo inmensamente grande -donde se abisma el espíritu y se anonada la mente-, como las del microcosmos -la célula y el átomo- que revelan un indiscutible propósito, un diseño, una combinación de leyes admirables y un despliegue de fuerzas infinitas, llegaron a la existencia porque sí, sin la intervención de un Creador.

(Fernando Chaij)

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